viernes, 8 de octubre de 2021

Antonella, integradora social. Del desánimo al entusiasmo absoluto

Para mi está experiencia va a ser inolvidable. Debo de reconocer que el primer mes fue duro. Por una parte, porque estaba sola de prácticas en una comunidad de menores en Génova y me costó adaptarme; y por otra porque habían muchas restricciones por el COVID-19 (no podíamos viajar a otra ciudades, bares y restaurantes estaban cerrados, los sitios turísticos no abrían…). A partir del segundo mes todo cambió. En cuanto al sitio de prácticas pude tener una mejor conexión con los niños y trabajadores. El desconocimiento del idioma me dificultaba un poco la comunicación. Sin duda, nunca olvidaré los lazos que conseguí crear con ellos y lo mucho que me han enseñado. Teniendo en cuenta que en Italia se trabaja en la intervención social de una forma algo diferente a lo que estamos acostumbrado en España, he podid ver otra perspectiva y llevarme otras formas de trabajar y hacer las cosas. Mi tutor de prácticas me daba libertad a planear lo que se me ocurriese con los niños además de conseguir que fuera a otra comunidad y a un centro de ocio durante los últimos meses haciendo que pudiera ver formas diversas de intervenir.

 

Por otra parte Génova es preciosa, la gente muy amable y bastante más parecido a
España de lo que pensaba. En cuanto se pudo viajar mi compañera de Erasmus en Génova y yo pudimos visitar Venecia, Verona, Cinqueterre, Milán…. Italia en general es bastante barata a comparación con otros países europeos por lo que lo hace bastante más asequible. Recomiendo totalmente esta experiencia, incluso con el hecho de que pueda resultar algo dura al principio.

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