El 14 de marzo empezó oficialmente mi aventura Erasmus en Salerno, una ciudad al sur de Italia que,
aunque no era mi primera opción soñada, me está regalando un montón de momentos que no
esperaba.
Tuve la opción de ir a Polonia, pero al final me decidí por Italia porque me parecía más cercana (literal
y culturalmente). Al ser parecida a España en muchas cosas, como la comida, el clima y hasta el
idioma, sentí que me iba a adaptar mejor… y no me equivoqué.
Vine con una compañera de clase y otros cuatro chicos, aunque con ellos no tenía tanta relación al
principio. Pero claro, ya sabes cómo es esto: compartir vuelos, nervios y primeras veces en otro país
une bastante, así que con el tiempo acabamos llevándonos mucho mejor. Ahora incluso comparto piso
con tres de ellos.
Estoy estudiando un grado medio de informática (SMR) y aquí estoy haciendo las prácticas que
necesito para sacarme el título de técnica.
Vivo muy cerca de la empresa donde trabajo, lo cual es un
puntazo porque no tengo que preocuparme mucho por el transporte.
Primeras impresiones: mar, caos y buenas vibras
Una de las cosas que más me impactó al llegar fue tener el mar tan cerca. Yo vengo de Madrid, así que
ver el mar todos los días es algo totalmente nuevo para mí. Y no sé, tiene algo especial... como que te
da paz. Eso sí, hay algo curioso con los coches aquí: o te dejan pasar como si nada o te toca cruzar la
calle corriendo como si fuera un minijuego de supervivencia. No hay término medio.
Las prácticas empezaron algo tranquilas, la verdad. Al principio no teníamos muchas tareas, pero con
el tiempo empezaron a darnos más cosas que hacer y eso me encantó, porque he aprendido bastante.
Había cosas que no había tocado nunca y al final acabé metida en faena, aprendiendo sobre la marcha.
Es una buena sensación cuando te das cuenta de que ya no estás tan verde como pensabas.
Un poquito de turismo (y otro poquito de enamoramiento visual)
En cuanto al turismo, no hice mucho, pero lo poco que hice lo disfruté un montón. Fui a Nápoles,
aunque tengo que decir que no me terminó de convencer… era bastante sucio.
Pero luego vino lo bueno: la costa Amalfitana, Positano, Capri, Lecce, Gallipoli… ¡una pasada! Parecían
sacados de un cuento, con esos paisajes, callecitas estrechas y casitas de colores. Totalmente de
ensueño.
Lo que más me gusta de vivir en Italia es la gente. Son súper simpáticos, cercanos, y te hacen sentir
como en casa. El ambiente es muy cálido, como si siempre estuvieras rodeada de buena energía. Y por
supuesto… el mar. Verlo cada día no tiene precio.
¿Lo que menos? Que hay cosas que no se encuentran
fácilmente. Si quieres comprar algo un poco más específico, te toca irte bastante lejos. Pero bueno,
nada es perfecto, ¿no?
Un cumpleaños lejos de casa… que se sintió como en casa
El 19 de mayo fue mi cumpleaños, y sinceramente, no esperaba gran cosa. Estaba lejos de casa, con
mi familia a kilómetros de distancia, y aunque tenía a mis compis y amigos del Erasmus, pensaba que
sería un día tranquilo. Pero no.
Resulta que me tenían preparada una fiesta sorpresa en el piso. Cuando abrí la puerta y los vi a todos
ahí, decorando, con música y sonrisas, casi me da algo. Estaban mis compañeros de piso y también
otros amigos que había ido conociendo durante estas semanas en Salerno.
Gente que al principio eran
solo "compañeros de Erasmus" y que ese día me demostraron que ya eran mucho más que eso.
Me regalaron una pulserita, un collar, algunos peluches… detallitos que no me esperaba para nada.
Pero lo más especial fue que unos días antes me habían preguntado cómo solía celebrar mi cumple en
casa, y recrearon ese ambiente tal cual, como si estuviéramos en mi salón en Madrid. Ese gesto fue
todo. Me sentí como en casa, arropada, feliz. Incluso hoy, mientras escribo esto, me sigue
emocionando recordar ese día.
Lo que me llevo de esta experiencia
Si hay algo que me ha enseñado esta experiencia Erasmus es a tener más paciencia con los demás…
y conmigo misma. A veces no es fácil convivir, trabajar, adaptarte a un nuevo país o simplemente estar
lejos de casa. Pero también he aprendido a decir lo que siento y lo que necesito, a no guardarme las
cosas por miedo a incomodar.
Estar fuera de tu zona de confort te obliga a comunicarte mejor y a
conocerte más. También he ganado autonomía y seguridad: ahora sé que puedo valerme por mí misma
mucho más de lo que pensaba.
Si pudiera, sin duda volvería a hacer otro Erasmus, pero esta vez probaría otros países. Me encantaría
seguir sumando experiencias diferentes, conocer otras culturas, otros idiomas…
Pero también tengo
claro que volveré a Italia, aunque sea de vacaciones y con mi familia. Porque este país me ha marcado
de una forma muy bonita.
A quien esté dudando sobre si hacer un Erasmus o no, le diría: deja los miedos atrás. Si dejamos que el
miedo decida por nosotros, no haríamos nada en la vida. Esta experiencia te va a enseñar cosas que
no están en los libros, te va a ayudar a crecer, a espabilarte, y a coleccionar momentos únicos.
Piensa en todo lo bueno que vas a vivir, en las personas nuevas que vas a conocer, en todo lo que vas
a descubrir sobre ti. Y recuerda que nunca vas a estar completamente solo: tu familia y tus amigos,
aunque estén lejos, siempre estarán ahí.
Alisson Serna <3