Localización y elección de destino
Somos Ana Lucía y Paula y nuestra experiencia Erasmus ha tenido lugar en Irlanda del Norte, concretamente en la escuela infantil Kiddiwinkles, ubicada en Dungannon, un pequeño pueblo tranquilo y acogedor. Aunque nuestra escuela estaba lejos de nuestra residencia, decidimos alojarnos en Belfast, en la residencia Liv Student, junto a la Universidad de Ulster, para vivir en el centro de la ciudad y tener acceso a una vida social y cultural más activa.
Vivir en Belfast
La vida en Belfast es muy distinta a España. Es una ciudad pequeña, muy acogedora, donde todo queda a 20 minutos caminando. Al principio, nos costó un poco adaptarnos porque no había muchos estudiantes Erasmus, pero poco a poco fuimos conociendo a otros jóvenes de España, Italia y otros países. Eso hizo que la experiencia se volviera mucho más rica y divertida.
Lo más característico de Belfast es su ambiente musical no importa a qué bar, taberna o cafetería vayas, siempre hay música en directo o ambiente animado. Es una ciudad tranquila de día pero muy viva por la noche.Coste de vida
La vida en Irlanda del Norte no es excesivamente cara, pero el cambio de moneda (libras) se nota bastante. Lo más costoso ha sido el bono de transporte hasta Dungannon, que fue unas 200 libras al mes. Sin embargo, creemos que ha valido la pena por la experiencia que hemos tenido en ambos entornos.
Nuestra experiencia en la escuela infantil Kiddiwinkles
La escuela Kiddiwinkles es muy acogedora. Tiene cuatro aulas principales y un aula preescolar a la que acuden niños después del colegio.
Desde el primer momento, el equipo directivo fue muy amable con nosotras, preocupándose de que estuviéramos cómodas y nos sintiéramos como en casa. Lo más destacado es su apuesta por el juego libre como base del aprendizaje. Esto ha sido una experiencia muy enriquecedora para nosotras.
Aquí, los niños aprenden a través de la autonomía, el juego espontáneo y la exploración constante. Un aspecto curioso fue la rotación frecuente del personal. No hay educadoras fijas en cada aula muchas vienen 2 o 3 días por semana y rotan también a lo largo del día. Al principio esto fue un reto para adaptarnos, pero después nos permitió conocer distintas maneras de trabajar, distintos estilos, y aprender de cada una de ellas.
Más allá de lo aprendido en la escuela, esta experiencia Erasmus nos ha hecho crecer a nivel personal y profesional. Hemos conocido nuevas culturas, nuevos métodos educativos y formas de entender la infancia desde otro contexto. Nos vamos con la mochila llena de aprendizajes, recuerdos, anécdotas y mucha pena por dejar atrás esta etapa, que ha sido única en todos los sentidos.
¿Repetiríamos esta experiencia?
Sin duda. Si estás pensando en hacer un Erasmus en Educación Infantil, te animamos totalmente a dar el paso. No solo se aprende de los niños, sino también de uno mismo.
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