Hola, soy Carolina y he pasado tres meses de Erasmus en Alemania.
Mi llegada a Berlín fue toda una aventura. Tenía muchas maletas, así que opté por coger un taxi desde el aeropuerto, aunque descubrí que existe una opción mucho más económica: desplazarse a la Terminal 1 y desde allí tomar un tren hacia tu destino. Es una alternativa bastante conveniente si viajas con poco equipaje.
Tuve la suerte de alojarme en una zona muy bien ubicada, con supermercados y transporte público a pocos pasos. Esto me facilitó mucho la vida, ya que podía llegar fácilmente al lugar donde realizaba mis prácticas y hacer la compra sin complicaciones. Además, estaba cerca de una estación central, lo que fue un gran plus.
En Alemania, los supermercados suelen cerrar los domingos, pero en las estaciones grandes permanecen abiertos, algo que me salvó en más de una ocasión. Una de las cosas que más me sorprendió al llegar fue ver a la gente bebiendo en la calle. También me llamó mucho la atención lo silencioso que es el transporte público: tanto en el metro como en los trenes reina un ambiente muy tranquilo, algo que también se nota por la noche en las calles.
En cuanto al idioma, pude desenvolverme bastante bien en inglés. Aunque no todo el mundo lo habla con fluidez, la mayoría de las veces logré comunicarme sin problemas. La gastronomía local me encantó. Te recomiendo que pruebes los platos típicos de la región, ¡están riquísimos! Y si eres fan del kebab, no puedes irte sin probar uno en Berlín. Hay muchísimos sitios donde los hacen espectaculares.
Al principio me chocó bastante que oscureciera tan temprano. Salía de mis prácticas y ya era de noche, lo cual dificultaba aprovechar el día. Sin embargo, con el paso de los meses, los días fueron alargándose y pude disfrutar más del tiempo libre. El clima fue bastante variado: días de lluvia, cielos nublados y, de vez en cuando, algo de sol.
Aproveché mi estancia para recorrer Berlín de punta a punta. Visité todos los lugares más turísticos: la Puerta de Brandeburgo, el Muro de Berlín, el Reichstag, la Isla de los Museos, entre muchos otros. Pero también viví el Berlín más alternativo y local. Por ejemplo, los domingos me encantaba salir a los Flohmarkt, que son mercadillos donde la gente vende cosas de segunda mano. Si te gusta la ropa vintage, ¡te van a encantar! Hay muchísimas prendas únicas y a buen precio. También viví la vida nocturna berlinesa. Aunque no era fan del techno, decidí probar y me sorprendió lo mucho que me gustó. Berlín es conocida mundialmente por sus discotecas, y si te encanta este estilo de música, vas a disfrutar muchísimo saliendo de fiesta por la ciudad. Hay clubs para todos los gustos, pero si lo tuyo es el techno, Berlín es prácticamente un paraíso.
Durante mi estancia hice una escapada a Dresde. Es una ciudad preciosa que se puede recorrer perfectamente en un día. Si tienes pensado viajar por Alemania de forma económica, te recomiendo usar FlixBus. Es una opción muy barata, siempre y cuando reserves con antelación. Comprarlo en el momento suele ser bastante más caro.
Una de las cosas más complicadas fue conocer gente nueva. Berlín es una ciudad donde la vida social puede ser algo difícil al principio. Por eso te aconsejo unirte a grupos de Facebook dedicados a personas que viven o acaban de llegar a la ciudad. Es una buena forma de hacer contactos y conocer gente en tu misma situación.
Tuve la gran suerte de hacer mis prácticas en una Kita (escuela infantil ) que me encantó. Estoy muy contenta con la experiencia, ya que aprendí muchísimo y sé que todo lo que viví allí me será útil en mi futuro profesional. Me sorprendió bastante la diferencia entre las escuelas infantiles en Alemania y las de España: desde la metodología hasta la organización, todo es distinto, y muy interesante de observar.
Sin duda, volvería a repetir esta experiencia. Vivir en Berlín me ha hecho crecer tanto personal como profesionalmente, y animo a cualquiera que tenga la oportunidad de hacer un Erasmus a que lo aproveche al máximo. ¡Vale totalmente la pena!
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