martes, 10 de julio de 2018

Berlín, los niños y el alemán. Prácticas de una educadora


Cuando llegué a Berlín y empecé a ver todos esos carteles en alemán pensé que había cometido una locura. Se me ocurrió hablar con los educadores de la escuela para que me facilitaran el certificado en prácticas y poder así sacar el abono mensual para ir a visitar algún sitio antes de empezar las prácticas, ya que en mi caso, fui con una semana de antelación para conocer la ciudad.
El primer día todo era desconocido, extraño, frío, diferente… Sin embargo, según avanzaba la semana todo iba cogiendo color. Conocí a mis compañeros de prácticas antes de empezarlas, íbamos juntos a comer, a tomar algo, a visitar sitios, y así, poco a poco, fue como nos íbamos, sin saberlo, enamorando de Berlín.
Tras esta primera e intensa semana comenzaron mis prácticas en una Escuela Infantil bilingüe español-alemán.

Los primeros días de adaptación fueron geniales, me acogieron como una más y los niños, a pesar de hablar en alemán y no entenderles mucho eran encantadores. Lo gracioso es que al principio me volvía loca oyéndoles a todos hablar en alemán mientras pensaba de nuevo que era una locura. Pero, para mi sorpresa, según fueron pasando los días, cada vez entendía más a los niños, y ellos cada vez aprendían más a hacer que tú les entendieses. Mi grupo se llamaba Los Indios y a ellos les debo estar tan satisfecha de esta gran experiencia, yo no enseñé nada a esos niños si no que ellos me lo enseñaron todo. A día de hoy han pasado 15 días desde que me fui y ya les echo profundamente a todos de menos, a todos, sin olvidarme de la maravillosa ciudad de Alemania, Berlín.




No hay comentarios:

Publicar un comentario